Pérdidas en la Mujer Alcohólica

Instituto Mexicano de Cuidados Paliativos y Tanatologia S.C.

Memorias “Cuarto Congreso de Tanatología”

INTRODUCCIÓN

 

La Organización Mundial de la Salud, dice que “el alcoholismo es una enfermedad crónica y progresiva, producida por la ingestión excesiva de alcohol etílico, bien en forma de bebidas alcohólicas o como constituyente de otras substancias”.

 

Se considera que una persona es alcohólica a partir de la ingestión diaria de alcohol, superior a 50 gramos en la mujer y 70 gramos en el hombre (una copa de licor o un combinado tiene aproximadamente 40 gramos de alcohol, un cuarto de litro de vino 30 gramos y un cuarto de litro de cerveza 15 gramos).

 

La incidencia del alcoholismo es mayor entre los varones adultos, aunque tiende a incrementarse más que proporcionalmente en mujeres y adolescentes. En México se registra más del 13% de hombres dependientes del alcohol, y el uno por ciento de las mujeres, incidiendo con mayor frecuencia en personas de 18 a 29 años según la encuesta nacional de adicciones.

 

En cuanto al tratamiento primario de esta enfermedad, debe comenzar con el reconocimiento del alcoholismo como un problema de salud social, que requiere de atención específica y no como algo secundario que atañe a la conducta voluntaria de vivir inmerso en el vicio.

 

La abstinencia es el objetivo final de todo tratamiento, aunque hay opiniones contrarias en el sentido de que el alcohólico rehabilitado, puede beber moderadamente en sociedad sin peligro alguno; en lo personal no comparto esa opinión.

 

En una referencia a los grupos de autoayuda cabe mencionar los integrados por Alcohólicos Anónimos, los cuales forman una organización constituida por grupos de apoyo para enfermos sometidos a otros tratamientos, pero bien pueden servir en casos específicos para la recuperación sin acudir al tratamiento psiquiátrico formal.

 

Además de una atención a las complicaciones orgánicas y los cuadros de abstinencia, el tratamiento implica las entrevistas de apoyo individualizadas, así como técnicas de terapia de grupo, orientadas a fortalecer la abstinencia de alcohol no forzada.

 

Puede el paciente complementar sus tratamientos con ayudas tanatológicas para la abstinencia, mediante la elaboración de sus duelos y la eliminación de las culpas; cuando el paciente se reconozca como alcohólico, dé el primer paso para rehabilitarse y acepte las pérdidas que implicó su alcoholismo, estará ante el duelo en proceso de resolverse sanamente; sólo entonces podrá abordar su nuevo proyecto de vida sin alcohol.

  1. ALGUNOS EFECTOS DEL ALCOHOLISMO

La adicción al alcohol produce sobre el organismo dos clases de efectos: el tóxico directo y el sedante, los cuales afectan al mismo tanto como al campo psicológico e intelectual, según se expresa a continuación:

La ingestión de alcohol por períodos prolongados también repercute en deficiencias nutricionales y en otras deficiencias orgánicas; los casos avanzados requieren de hospitalización.

  1. PERFIL DE LA MUJER ALCOHÓLICA

En una cultura “machista” como lo es en gran medida la mexicana, sustentada frecuentemente por las mujeres, la discriminación y los señalamientos sociales para este sector demográfico son algo frecuente y cotidiano; de ahí que cuando viven las adicciones lo hagan en forma más silenciosa que el hombre, cosa que afecta la detección del problema y su tratamiento.

Pero en la mujer al igual que en el hombre, el organismo, la mente, las emociones y sobre todo la tolerancia se trastornan, propiciándose conflictos y problemas cuya incidencia es mayor en la alcohólica que en la mujer que no padece esta enfermedad, lo que de alguna manera define el perfil de la primera. Por el impacto en su vida se hace referencia a los siguientes trastornos:

 

  1. LAS PÉRDIDAS DE LA MUJER ALCOHÓLICA

Además de las pérdidas que implica el alcoholismo para todo adicto, la mujer experimenta otras que por razones de género le son exclusivas o le afectan de manera diferente que al hombre; en ambos casos derivan de los trastornos aludidos en el punto anterior. Son relevantes en este sentido las siguientes:

 

En la cultura mexicana aún la mujer que trabaja, tiene el rol irremplazable de madre, de  conductora del hogar y de la familia; esto la coloca bajo severas exigencias y presiones sociales que limitan su capacidad de ser o sus proyectos de llegar a ser, de ahí que aún cuando tengan conciencia de su alcoholismo o tengan necesidad de pedir ayuda, siempre se ven condicionadas a disponer de tiempos y oportunidades para hacerlo, sin menoscabo de que la mujer suele ser censurada socialmente por acudir a grupos de autoayuda o por mostrarse alcoholizada en público, cuando se trate de personas desinformadas sobre esta enfermedad.

Este trastorno emocional casi siempre va aunado con episodios frecuentes de tristeza o estados depresivos más o menos prolongados, lo cual las incapacita para mejorar su funcionalidad, todavía más afectada en la medida en que va abatiéndose; finalmente termina por adoptar al alcohol y a otros alcohólicos como únicos aceptantes y aliados, hecho que afecta las posibilidades de rehabilitación.

Esta compleja acumulación de pérdidas debe abordarse por el tanatólogo para inducir un estado de aceptación de sí misma y un deseo de recuperación.

 

  1. los miedos de la alcohólica

Como puede advertirse, la mujer alcohólica es una perdedora de primer orden y sabido es que el perder genera una diversidad de duelos y miedos que en este caso pueden esencialmente resumirse como sigue:

MIEDO AL EMBARAZO NO DESEADO. Primero porque debe justificarlo ante otros y después por la carga que significa para ella el hijo inesperado, tanto en el orden emocional, como en el económico y para su proyecto de vida.

MIEDO A CONVERTIRSE EN MADRE SOLTERA CUANDO NO ES ALGO DELIBERADO. Tal situación le representa un gran problema de sobrevivencia económica y emocionalmente puede generarle un rechazo al hijo cuando se trate de padre desconocido y aún conociéndolo, cuando sea producto de la violación. Familiarmente le significa un continuó señalamiento por la supuesta pérdida de la honra; peor todavía si la mujer no trabaja, porque además se le considera como una carga.

MIEDO AL CONTAGIO DE ENFERMEDADES SEXUALES. Este miedo es más intenso y frecuente en la mujer que en el hombre, aún cuando el nivel de riesgo es el mismo para ambos; ello se debe a que la mujer es siempre culpabilizada por esta y otras situaciones, sometiéndola a violencia y degradación por ese motivo, independientemente de si es responsable o no; este miedo también se acentúa porque sabe que las enfermedades venéreas repercuten en la salud del producto en el embarazo.

MIEDO A SER DESCUBIERTA POR LA PAREJA EN SU VIDA ÍNTIMA DE ALCOHÓLICA. En el caso de la mujer, representa un inminente señalamiento, separación, divorcio, pérdida de la patria potestad en caso de hijos menores de edad; en el del hombre la infidelidad o el adulterio es considerado socialmente como propio de su sexo y su condición de galán.

MIEDO DE LA ADOLESCENTE A SER DESCUBIERTA POR LOS PADRES. En muchos casos significa sanción o castigo, más intenso en la mujer que en el hombre, traducido en encierros o expulsión del hogar; por ello frecuentemente la adolescente calla, con lo cual pierde la oportunidad de adecuada atención a su enfermedad.

MIEDO DE NO TENER AL ALCANCE LA BEBIDA. Cuando se ha vivido la borrachera seca, el alcohólico experimenta sensaciones intolerables ante la carencia de la bebida, sólo que en el caso de la mujer los señalamientos sociales la limitan más para solicitarla directamente a otro alcohólico; cuando lo hacen por lo menos con desconocidos, son tomadas y calificadas como mujeres públicas.

MIEDO AL RECHAZO SOCIAL Y LA DISCRIMINACIÓN. El repudio a la mujer alcohólica es más violento que el descargado sobre el alcohólico, ello se debe a que independientemente de las circunstancias de la mujer, siempre lleva la carga de madre, esposa, hija o hermana cuya pureza debe estar certificada en el criterio del machismo, de manera que el alcoholismo de la mujer debe ser secreto y el quebrantamiento de éste representa un miedo grave para ella.

  1. FACTORES A CONSIDERAR EN LA ATENCIÓN TANATOLÓGICA

Para lograr fortalecer la abstinencia de alcohol no forzada deben trabajarse los niveles de conciencia que permitan orientarla para definir un proyecto de vida con calidad independientemente de las pérdidas experimentadas, mostrándole opciones para su desarrollo personal.

Al mismo tiempo el Tanatólogo, TIENE QUE acompañarla y ayudarla en la elaboración de sus duelos; esto puede facilitarse si se logra que la paciente se perdone y perdone a los demás; erradique los sentimientos de rencor y culpa hacia sí misma y hacia su entorno social.

La definición de un programa de apoyo tanatológico, requiere considerar algunos de los siguientes aspectos:

 

Sólo hay una herramienta para identificar estos datos: la comunicación, que necesariamente debe motivar y estimular el tanatólogo, especialmente cuando se trata de familias fracturadas que viven en conflicto por divorcios, separaciones, muerte o por la misma adicción del familiar.

  1. ESTRUCTURA DEL TRABAJO TANATOLÓGICO CON ALCOHÓLICAS

Es necesario abrir y conservar un canal sano de comunicación entre el Tanatólogo y la paciente, desde la primera entrevista, mostrándole aceptación, comprensión y tolerancia; el Tanatólogo deberá mostrarse como un escucha neutral.

Al tanatólogo le es permitido hablar con moderación de situaciones similares a las que ella vive, evitándose los comparativos que pudieran hacerla sentir más dañada que otras en situaciones semejantes.

 

SERVICIO DE CONSEJERÍA. A partir de que la paciente tenga elaborado sanamente su duelo y reciba el correspondiente tratamiento de sus patologías, el tanatólogo capacitado para prestar los servicios de consejería, apoyará a la paciente para que defina su proyecto de vida a partir de la abstinencia, mostrándole un abanico de posibilidades que la pueden llevar a su realización personal, a la recuperación de espacios perdidos y de su imagen como mujer, como madre o como jefe de familia, como pareja; en fin, como ser humano con calidad y dignidad, lo cual es esencialmente el objetivo del tratamiento.

El tanatólogo deberá contar con la Ética profesional y la modestia necesaria para reconocer sus limitaciones y canalizar oportunamente a la paciente con el profesional que tenga el perfil adecuado, para llevarla hasta aceptar y recibir  otro tipo de tratamientos como la desintoxicación, el manejo de fármacos para atender otras patologías derivadas de su alcoholismo, el apoyo de grupos de autoayuda, etc.

Octubre de 2010.

 

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