¿Se pueden Educar las Emociones?

Por: Mtra. Ariattna Alvarado Romero

Semblanza del Autor: Psicóloga, Pedagoga y Psicoterapeuta con enfoque Humanista Gestalt. Se desempeña en consulta privada y como docente a nivel licenciatura. Experiencia en trabajo en educación superior y posgrados en diferentes universidades. Investigadora y ponente a nivel nacional sobre temas de pareja, educación emocional, educación sexual y salud mental.

La cotidianidad es el escenario de diferentes fenómenos humanos y sociales, donde en cada momento se toma una decisión, y en ellas ¿las emociones  tendrán injerencia?

Hablemos de problemas de depresión, ansiedad, alteraciones emocionales, enfermedades psicosomáticas; o fenómenos que engloban las habilidades sociales como la violencia, problemas de disciplina, bullying, estrés laboral, etc. La OMS, en el pasado 2020 refiere que el aumento de la ansiedad y depresión en el primer año de la pandemia fue del 25%, representando pues que las personas que padecen algún problema mental ascienden a 1000 millones alrededor del mundo (El Imparcial, 11 de octubre del 2022).

Pero, si las emociones son tan importantes dentro de la comprensión y hasta de la prevención de problemáticas así de determinantes, ¿se podrá educarlas?

El ser humano al no ser un producto acabado cuenta con la educabilidad como recurso, aquella capacidad vital de poder ser educado. El concepto clave en el trabajo emocional sea donde sea es la consciencia.

La consciencia parece simple, y siempre presente, pero lleva más en su estructura. Diferentes autores han propuesto caminos diferentes para el trabajo de esta conciencia y se considerarán en estos 3 elementos que se plantean como algo básico en la educación de las emociones:

Somos cuerpo, somos reacciones emocionales involuntarias, súbitas e intensas, pero toda emoción es alojada en una parte del cuerpo y con sensaciones subjetivamente diversas. Aprender a nombrarlas, localizarlas y sentirlas  nos ayudará a conocer qué enfrentamos.

 

Toda emoción al ser una reacción tiene un causante. Después de nombrarla y localizarla, es importante saber qué es lo que hizo que llegara al cuerpo. Algunos agentes son externos, como situaciones que están a nuestro alrededor, personas, actos, etc., otros están alojados más en nuestro pensamiento, fundado en la realidad o no, pero que está ayudando a generar dicha reacción emocional. A diferencia de los primeros, en estos últimos si podemos tener control. Saber esto ayudará a poder reconocer si tengo injerencia o hasta responsabilidad en la presencia de la emoción.

Toda emoción tiene una función, toda emoción llega con una intención (consciente o no), toda emoción pide una respuesta, una modificación, una acción que permita obtener algo. El hecho de poder identificar qué me pide la emoción, hará que yo pueda entrar en acción, controlando, previendo o hasta disminuyendo su presencia.

Si bien no son las únicas acciones dentro del trabajo emocional, en primera instancia el darnos cuenta de lo que pasa en mi cuerpo, en mi pensamiento, y de lo que está a mi alrededor en mi alcance o no, permite tener el control de las emociones, saber qué hacer ante ellas y aprender a dar solución de mejor manera lo que se manifieste a razón de ellas.

Las emociones no se quitan, las emociones son y están, las emociones son enteramente humanas, por lo que necesitamos conocerlas, reconocerlas, nombrarlas, vivirlas, entenderlas y atenderlas.

 

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Referencia

 

El imparcial (11 de octubre de 2022). La depresión y la ansiedad aumentan en todo el mundo. https://imparcialoaxaca.mx/internacional/703862/la-depresion-y-la-ansiedad-aumentan-en-todo-el-mundo/